¿Está bien modificar genéticamente embriones humanos?
El
mes de noviembre de 2018, un investigador chino, He Jiankui, anunció el
nacimiento de los primeros seres humanos modificados genéticamente en su estado
embrionario; dos gemelas, Lulu y Nana. La forma profundamente contraria a la
ética en que transcurrió su experimento generó una condena firme desde todos
los ámbitos.
Esto
no debería hacernos olvidar que la posibilidad de modificar genes, humanos o de
otros seres vivos, es un logro enorme. Si lo conseguimos controlar, el ser
humano podrá intervenir en la gestación de los seres vivos, desarrollar nuevos
tratamientos y mejorar la precisión de los fármacos.
En
primer lugar, aún hay muchas cosas a mejorar para garantizar el uso seguro de la
técnica. Más allá de eso los obstáculos científicos, con toda su importancia,
palidecen ante la entidad de los retos éticos, sociales y jurídicos a los que
tenemos que enfrentarnos.
¿Podría
la modificación genética abrir una brecha en nuestra especie?
Algunos
de quienes se oponen a la modificación genética de la descendencia arguyen que
su aplicación podría escindir al ser humano en dos grandes grupos: humanos
mejorados y no mejorados.
Esto
es posible. Es muy probable que hubiera quienes, por motivos ideológicos o de
otro tipo, se negaran a renunciar al método tradicional de reproducción.
También se seguirían produciendo concepciones no deseadas. El hecho de que solo
se puedan aplicar estas técnicas mediante fecundación in vitro, y el elevado
coste que esto implica, significaría que muchos no podrían permitirse estas
modificaciones. Y eso por no hablar, claro, de la diferencia entre unos países
o, más aún, continentes, frente a otros.
Desde
mi punto de vista, modificar embriones está bien pero sería mejor experimentar
con animales y cuando ya lo sepan todo sobre este método ya
podrían empezar con humanos.
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